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A sus 100 años, don Ismael, héroe de la Guerra del Chaco, revive el drama bélico


MariaEmilia

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[align=justify]Ex combatiente. Dice que no le tuvo miedo a la muerte y narra sus experiencias

 

Don Ismael Gamez, en su dormitorio. La foto fue tomada ayer.Ismael Gamez Bustamante, héroe de la Guerra del Chaco, cumple hoy 100 años de vida. Como si fuera ayer, recuerda el impacto de las carcasas que le dejaron dos heridas en su pierna izquierda en uno de los combates en el conflicto bélico con Paraguay en 1933, cuando tenía 23 años.

 

El ex combatiente tiene siete hijos (cuatro mujeres y tres varones, el octavo falleció); 25 nietos; 42 bisnietos y una tataranieta de tres meses. Como un buen católico, celebrará su cumpleaños hoy con una misa que será oficiada en su misma casa, en la zona Pedregal de la zona Sur de La Paz, en compañía de sus familiares.

 

“Yo fui a la Guerra del Chaco a mis 23 años. He sobrevivido y nunca tuve miedo a la muerte. Dentro de mí decía ‘hoy día o mañana muero’ porque cuando uno va a la guerra se entrega totalmente. Por eso, todos nosotros peleamos contra los paraguayos para defender a nuestra patria”, cuenta el ex combatiente sentado en un sillón de la sala de su casa.

 

Él esperó a este diario vestido con un traje azul en el que lucía con orgullo las dos medallas que obtuvo por su lucha en la Guerra del Chaco. Las preseas las luce cada cumpleaños, hicieron notar sus familiares.

 

Según Gamez, los bolivianos, especialmente del altiplano, tenían dos enemigos en el campo de batalla: los paraguayos y la naturaleza, por los extensos bosques del Chaco que impedían el avance de la tropa. Él combatió junto a dos de sus hermanos.

 

Don Ismael nació el 17 de junio de 1910 en Apolo, provincia Franz Tamayo, localidad ubicada a 450 km de la ciudad de La Paz. Allí vivió con sus 11 hermanos y sus padres, Gregorio Gamez y Narcisa Bustamante.

 

Aún recuerda cómo, durante dos años, se comunicaba con su familia a través de cartas, las mismas que, asegura, eran revisadas por sus jefes antes de ser enviadas. “Le escribía a mi mamá y a una de mis hermanas que estaba en Cochabamba, le enviaba mis cartas a ella para que las entregue a mis papás. Les decía que todo estaba sin novedad para que no se preocupen”.

 

En algunas misivas, destaca, les pedía a sus padres que le envíen charque de vaca y plátanos fritos, para compartir con sus camaradas.

 

“Lo más duro en el Chaco era que no había agua, pues todo era bosque. A veces nos daban una cuchara de agua, media cantimplora o simplemente nada. Muchos soldados murieron por sed”, lamentó don Ismael.

 

Recuerda que los soldados tenían que buscar agua en las raíces de las plantas. “Los que conocíamos el bosque buscábamos, pero los soldados del altiplano se morían de sed. Cuando nos asentábamos en las orillas del río Pilcomayo, teníamos agua y podíamos hasta bañarnos”, narra.

 

Don Ismael considera que la Guerra del Chaco le ha dejado vivencias únicas, aunque fueron tiempos muy duros en los que vio rondar la muerte muy de cerca.

 

“Muchos de mis compañeros han muerto durante la guerra; era muy duro, algunos no tenían un brazo, otros estaban sin piernas, otros con las costillas descubiertas, otros con un solo ojo”, dice mientras observa algunos mapas del lugar.

 

Gamez cuenta que para enterrar los cuerpos de soldados muertos, se hacían hoyos inmensos donde “se ponían los cadáveres y luego se les echaba gasolina, se prendía fuego y se tapaba con tierra. Alrededor se colocaban cruces en su honor”.

 

Cuando terminó la guerra, señala que se contabilizaron 30 mil sobrevivientes (de los que actualmente viven más de 700) y que él fue condecorado por su participación en la campaña de Cañada Strongest.

 

Sin embargo, en su casa ya no lo esperaban sus padres, su madre había muerto joven, mientras que su padre falleció por diabetes. Se quedó solamente en compañía de sus hermanos en su estancia de Apolo

 

“Entonces me casé y tuve ocho hijos, pero uno murió. Como padre era muy rígido, estricto y amaba a mi esposa y a mis hijos”, cuenta mientras muestra sus tres bastones en los que se apoya para caminar.

 

 

La vida del ex soldado Gamez

 

Nació el 17 de junio de 1910 en Apolo. Estudió en una pequeña escuela de esa localidad hasta 4° básico. Fue maestro de primaria y tiene 27 años de servicio. Fue subprefecto de la provincia Franz Tamayo. Fue reclutado para la Guerra del Chaco en 1933. En 1960 fue declarado benemérito de la patria y se le otorgó la “Cruz de Bronce”. En 1989 fue declarado Héroe Nacional.

 

71 años de matrimonio

 

Cuando don Ismael Gamez observó una fotografía, las lágrimas brotaron de sus ojos. En la imagen se veía el rostro de Encarnación Oliver, su esposa, que lo acompañó 71 años de su vida y que falleció a inicios de este año.

“Era una buena esposa y buena madre. Yo la amaba mucho, era una mujer incomparable, se desvivía por sus hijos. Todos los días me decía ‘ojalá que vengan’”, recuerda emocionado don Ismael.

 

Hace notar que hoy será su primer cumpleaños sin ella. “En Apolo yo recuerdo que me daban serenata y celebrábamos mi cumpleaños con mi esposa, hace 40 años. Ella ha fallecido el 14 de enero de este año, me ha dejado y aún sigo llorando”, dijo.

 

El ex combatiente conoció a su esposa en una fiesta en Apolo y luego se casó el 18 de febrero de 1939. “Me he casado a los 29 años con Encarnación, ella tenía 17 años, era una buena mujer. Hemos trabajado mucho en Apolo y tuvimos allá a nuestros hijos”, narra don Ismael y muestra un altar donde está la foto de su esposa.

 

Ismael y Encarnación renovaron sus votos cuando cumplieron 60 años de matrimonio, el 18 de febrero de 1999, en la iglesia Corazón de María de Miraflores. “Ese día fue emocionante, el padre nos dijo que había personas que renovaron sus votos con 50 años de matrimonio, pero no de 60”, cuenta su hija Ema. Don Ismael enciende una vela para su esposa cada lunes y le dice que la ama.

 

Sus hijas

 

Flor Gamez: ‘Mi papá se levanta a las 5.00’

“Mi papá se levanta a las cinco de la madrugada, luego se asea y a las 7.00 desayuna un plato de arroz con carne, ensalada y café. Después de leer periódicos, juega con los tres perritos que hay en la casa. A las 12.00 se sienta a la mesa para almorzar y cuando aún no está listo, reniega. En la tarde habla con nosotros y se acuesta a las 19.00”.

 

Ema Gamez: ‘Admiro su fidelidad a mi madre’

“Mi papá siempre ha sido ejemplar, nos ha inculcado valores morales, disciplina, no hacer daño a nadie y amar a Dios. Algo que no me voy a olvidar es que, como tenía una estancia en Apolo, él ha trabajado con los campesinos y siempre nos ha enseñado a respetarlos. De mi padre admiro su fidelidad a mi madre y su amor incondicional”.[/align]

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